Fernando Bejarano, Director de RAPAM A.C.
15 Junio 2022
Un detallado informe de FIAN Internacional y Corporate Accountability, analiza la creciente influencia de la industria en la gobernanza de la Organización para la Agricultura y la Alimentación de las Naciones Unidas (FAO), como resultado de la estrategia de impulsar las alianzas con el sector privado, al que este organismo considera un aliado estratégico para lograr las metas del desarrollo sustentable en la agenda 2030. El informe es parte de la Carta entregada a los Estados miembros del Consejo de la FAO que se reúne en Roma esta semana donde se pide poner fin a la alianza de este organismo con CropLife.
El presupuesto de la FAO proviene actualmente en mayor medida de las contribuciones voluntarias que de las cuotas pagadas por los países miembros. De un total de 2,250 millones de dólares para el presupuesto de la FAO de 2022 a 2023, solo el 31% proviene de las cuotas pagadas por los países miembros, mientras que el 69% se espera proceda de contribuciones voluntarias por donantes, tanto de países miembros como del sector privado. Estas donaciones del sector privado bajo su control les sirven para influir en las prioridades de como serán usados estos recursos bajo condiciones de confidencialidad. Las cuentas auditadas de la FAO de los últimos cinco años no proporcionan ningún desglose detallado de las contribuciones del sector privado, todo lo cual crea una fata de transparencia, rendición de cuentas, y un serio conflicto de intereses que llevan a una captura corporativa de este organismo, revela este informe elaborado por FIAN Internacional y Corporate Accountability.
El informe contiene un capítulo elaborado por el Pesticide Action Network International (PAN) que detalla la alianza tóxica de la FAO con CropLife, con quien se firmó una carta de intención en octubre de 2020. CropLife es el organismo empresarial que reúne a las cinco principales transnacionales que controlan el mercado mundial de los plaguicidas de síntesis química y de semillas (híbridas y transgénicas): Bayer Crop Science (propietaria de Monsanto), Corteva Agriscience (de la fusión Dow-Dupont), Syngenta (propiedad de la estatal ChemChina), BASF y FMC. Las empresas que agrupa CropLife son responsables de la producción y venta de plaguicidas altamente peligrosos, de los que dependen casi una tercera parte (36%) de sus ventas, sesún sus propios informes, como ha denunciado anteriormente la organización Public Eye. Los plaguicidas altamente peligrosos lo son por tener características intrínsecas, dada su estructura química, relacionados con una alta probabilidad de causar cáncer en humanos, daños reproductivos, alteraciones hormonales, toxicidad ambiental o causar la muerte de polinizadores como las abejas. En resumen, agrotóxicos que vulneran el ejercicio pleno de los derechos humanos a un ambiente limpio y saludable, a condiciones de trabajo seguras, una vida digna y los derechos de pueblos indígenas, mujeres, niños y comunidades campesinas que viven en zonas rurales expuestos a estos plaguicidas altamente peligrosos, según han denunciado una carta colectiva que pide a los miembros del Consejo de la FAO se cancele esta alianza, al igual que lo pide el relator especial de Naciones Unidas sobre el Derecho a la alimentación, de la que informamos en nuestro boletín anterior.
Se analiza además las alianzas de la FAO con la Asociación Internacional de Fertilizantes (IFA), que agrupa a las principales empresas de fertilizantes químicos, y con la Cámara Internacional del Comercio. En esta última participan poderosas empresas de la industria alimentaria responsables de la proliferación de bebidas azucaradas y alimentos ultraprocesados, que han contribuido al grave problema de obesidad y malnutrición en el mundo.
La estrategia de fortalecer las alianzas de la FAO con el sector privado lo aleja del multilateralismo. El multilateralismo, señala acertadamente este informe, consiste “en que los Estados lideran la toma de decisiones, regulan a los actores privados en aras del interés público y rinden cuentas ante sus ciudadanas por las decisiones que toman”; en cambio, la política que impulsa el director de la FAO es la del enfoque de múltiples partes interesadas que “implica que todos los actores que tienen un “interés” en un asunto tienen la misma voz, sin que se determinen las funciones, las responsabilidades y los desequilibrios de poder entre ellos”.
El enfoque de las múltiples partes interesadas (multistakheholder approach, en inglés) es impulsado también por el Foro Económico Mundial, permea la gobernanza del conjunto de las Naciones Unidas, y llevó a la captura corporativa de la Cumbre de las Naciones Unidas, excluyendo a los foros más inclusivos y democráticos como el Comité de Seguridad Alimentaria Mundial, según el análisis de los autores del informe. En efecto, en nuestra opinión, este enfoque de las múltiples partes interesadas fue impulsado desde hace décadas en los organismos reguladores nacionales e internacionales, y es parte de la construcción hegemónica regulatoria neoliberal que promovió la globalización y ha fortalecido al poder corporativo, debilitando la función rectora de los Estados y sus obligaciones democrático populares.
El informe finaliza con un conjunto de recomendaciones dirigidas a la propia FAO y a los Estados miembros de este organismo, de las que destacamos, entre otras, las siguientes:
Recomendaciones para la FAO:
Recomendaciones para los Estados Miembros:
Pensamos que la salida de la captura corporativa de la FAO, además de cumplir con las recomendaciones de este valioso informe, radica también en la movilización de las organizaciones sociales y grupos de la sociedad civil para exigir de sus gobiernos políticas públicas que aseguren la soberanía alimentaria y garantizen los derechos a producir y consumir alimentos sanos, libres de transgénicos y agrotóxicos; y que, en consecuencia, demanden que los organismos multilaterales contribuyan a estos fines.